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Una mirada sobre aquello que, por cotidiano, a veces permanece oculto. La belleza de un pliegue, de una textura, de una estructura que se adivina bajo la piel. La luz y la sombra como elementos necesariamente contradictorios que revelan las formas que subyacen. Sin ellas todo permanecería oculto…
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Morphografies
Una mirada sobre aquello que, por cotidiano, a veces permanece oculto. La belleza de un pliegue, de una textura, de una estructura que se adivina bajo la piel. La luz y la sombra como elementos necesariamente contradictorios que revelan las formas que subyacen. Sin ellas todo permanecería oculto…
En ocasiones la mirada deviene hermética y nos mantiene encerrados en nosotros mismos. Resulta difícil abstraerse de aquello que ya sabemos; vemos aquello que evocamos, imaginamos nuestros recuerdos, aquello que ya hemos visto. Imposible escapar de nuestra memoria que nos mantiene aferrados a la realidad del tiempo, sea pasado, sea futuro, y que condiciona aquello que vemos. Más allá de nuestros ojos, la perversidad de la memoria nos obliga a ver siempre las mismas cosas, como una niña pequeña que pide una y otra vez que le vuelvan a contar el mismo cuento…Y más allá de nosotros mismos también hay una globalización de la mirada que quizás forma parte de esta entropía, de la tendencia al caos, a la uniformidad…
Todo es distinto e igual a la vez. Rasgo; peculiar, distintivo, relevante. Algo que parece tan propio o característico como la textura de la piel o los bucles del cabello, se confunden a veces con elementos de la naturaleza, como en un intento de mimetismo. Me gustaría pensar que quizás no quiere que olvidemos que somos parte de ella…
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